domingo, 29 de marzo de 2009

Crímenes de Estado

Tomado de El Espectador.
La felicidad del fatalismoPor: Héctor Abad Faciolince
RECUERDO CUANDO TENÍA QUE EMborracharme para subirme a un avión.
Sudaba frío, me comía las uñas, hacía fuerza, oía ruidos raros, cada vacío era una caída libre, les daba instrucciones mentales a los pilotos, me despedía telepáticamente de mis hijos. Hasta que un día encontré la solución. Le perdí por completo el miedo a los aviones cuando me convencí de que con absoluta seguridad, algún día, me iba a matar en un accidente de aviación. Desde eso ya no me importa volar y duermo como un niño en los aviones, y leo y sueño, y atravieso las turbulencias con menos miedo que cuando me mezo en una hamaca. Vuelo tan tranquilo que, cuando me mate, ni cuenta me voy a dar.
Lo mismo me pasa con Uribe; desde que me convencí de que lo vamos a tener, como cualquier tirano típico de los trópicos, por otros diez o quince años, o hasta que mi Dios se acuerde de él, ya todo me da lo mismo. La política, sus políticas, son como una grave y larga perturbación meteorológica, un inmenso cúmulo nimbo del tamaño del país, algo muy molesto, e incluso muy dañino, como las sequías, las inundaciones o el calentamiento global, pero algo frente a lo cual es inútil que un escribidor se alborote y luche, y agite su pobre pluma inútil.
Veo a mis colegas esforzarse con insultos, argumentos, denuncias, demostraciones, admoniciones, advertencias, desesperadas invocaciones a la sensatez, y todo para nada. Tratar de convencer a los colombianos de que no voten por el hombre que eligieron como su capataz, es como intentar convencer a una turba enardecida que está linchando a un ladrón de naranjas de que no lo linchen. Es inútil, es bobada, es una pérdida de tiempo y un derroche malsano de bilis y adrenalina. Como dispararle a las nubes para que llueva; o para que no llueva. Como diría cualquier Londoño Hoyos: Uribe no es un hombre, es un destino.
También los uribistas me dan pena. Ellos creen que es gracias a su trabajo de espadachines y escuderos que su jefe se mantiene incólume en el poder. Hay que ver a los Yamhures, a los Joseobdulios, a todos los mosqueteros de El Colombiano, El Tiempo y El Heraldo. Se agitan, se revuelcan, echan babaza, gruñen, demandan, fustigan, moralizan. ¿Para qué tanta rabia y tanta bulla? Tranquilos, ahí tendrán a su dictador supremo hasta la muerte. ¿Para qué se alteran tanto? Sigan en el poder y acábennos de arruinar.
Los otros que se alborotan mucho son los economistas, con esto de la crisis. Como si sus palabras pudieran cambiar un milésimo de punto los precios de la bolsa, los índices de desempleo, las cifras del PIB o de las exportaciones. ¿De qué dependerán las fluctuaciones de la economía mundial? De cualquier cosa, pero seguramente no dependen ni un ápice de lo que digan los comentaristas. Los sermones, queridos colegas, no cambian la realidad. La política y la economía van solas, por allá, como un piloto automático que nadie puede desconectar, como el desplazamiento de una placa tectónica. Más fácilmente una columna detiene un terremoto que una crisis de la economía o una dictadura política. Olvídense.
Más bien hablemos de libros, de ciencia, de literatura. Yo creo que en este periódico ya lo estamos entendiendo. La semana pasada conté infinidad de columnas literarias: Juan Gabriel Vásquez sobre Borges, José Leibovich sobre Isaiah Berlin, William Ospina sobre Kafka, Tomás Eloy Martínez sobre Cortázar, Klaus Ziegler sobre Turing. Yo mismo escribí sobre Pessoa. La vida es muchas cosas como para desperdiciarla en rabia contra Uribe y miedo a los aviones. Como le dijo el bobo a su vecino cuando se puso a llorar porque el avión se caía: “Ni que fuera tuyo”.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Ver cine. 4


La historia, basada en hechos reales, remite a clásicos del cine bélico como "12 del patíbulo", pero los coreanos le ponen su marca. 31 hombres, todos criminales con larga condena a cumplir, tendrán su oportunidad: permanecen en una prisión de máxima seguridad en las peores condiciones, o eligen servir en la Unidad Especial 684. Nadie duda. Todos parecen muy dispuestos a colaborar, pero no saben lo que les espera. Tarea de kamikazes. Durante tres años el duro teniente Choi y su asistente, el sargento Jo, los someterán a un bravo entrenamiento hasta convertirlos en las más eficaces máquinas de aniquilamiento.

domingo, 15 de marzo de 2009

Ver cine. Grandes obras maestras 3

Click en la imagen para ampliar.
TITULO ORIGINAL
Holiday (Vivir para gozar)
AÑO
1938
DURACIÓN
93 min.
PAÍS
USA
DIRECTOR
George Cukor
GUIÓN
Sidney Buchman (Teatro: Philip Barry)
MÚSICA
Sidney Cutner
FOTOGRAFÍA
Franz Planner (B&W)
REPARTO
Cary Grant, Katharine Hepburn, Lew Ayres, Doris Dolan, Edward Everett Horton, Henry Daniell, Henry Kolker, Binnie Barnes
PRODUCTORA
Columbia Pictures
GÉNERO Y CRÍTICA
Comedia sofisticada / SINOPSIS: Johnny Case -Cary Grant- es un inconformista que, enamorado de una chica de buena posición, Julia Seton -Doris Nolan-, debe acomodarse a la alta sociedad neoyorquina. Además el deseo de su novia es que trabaje en el banco de su padre, lo cual no va con su carácter. Sólo Linda -Katharine Hepburn-, la jovial hermana de Julia, parece comprender el deseo de Case de vivir una vida diferente a la de ellos. Comedia -adaptada de una obra de Broadway- con los geniales Cary Grant y Katharine Hepburn que obtuvo excelentes críticas.

jueves, 12 de marzo de 2009

Ver cine. Grandes obras maestras 2

Click en la imagen para ampliar
El fantasma de la libertad. Luis Buñuel
El fantasma de la libertad es una película coproducida entre Francia e Italia, dirigida en 1974 por Luis Buñuel. Se trata de una película en la que los fantasmas habituales en el cine de Buñuel aparecen en todo su apogeo y en la que se retoman algunos temas y constantes propios del surrealismo.
Dos niñas se encuentran con un hombre sospechoso, supuestamente pederasta, que les entrega unas postales aparentemente pornográficas. En un apartamento, un hombre que resulta ser el padre de una de las niñas exclama "No soporto la simetría" contemplando una escena simétrica. Cuando él y su esposa descubren las postales de su hija se puede apreciar que eran totalmente inofensivas, pero provocan la excitación de los personajes. Cuando ambos se van a dormir aparecen en la habitación, por este orden: un gallo, una mujer con un reloj de bolsillo y una vela, un cartero con bicicleta, que les entrega una carta, y un avestruz. Después de esto el hombre se va al médico y éste le recomienda que vaya a un psicoanalista. Una enfermera entra al despacho con la intención de que la dejen salir antes para visitar a su padre enfermo y cambia el curso de la historia.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Ver Cine. Grandes obras maestras 1

Click en la imagen para ampliar
“Repulsión”, de Roman Polanski 1965
Incomodidad. Existe un nebuloso misterio dando vueltas en las primeras películas de Roman Polanski, en las impávidas miradas y los insondables silencios de sus personajes, en las sombrías motivaciones de sus acciones, en los claroscuros de esos ambientes anodinos. Enfrentarse al segundo largometraje de Polanski no es un quehacer sencillo. En otras palabras, requiere un grado de concentración importante, bastante por arriba de la atención media que basta para observar una película cualquiera –si lo que se pretende es no reincidir en el visionado–. Y, por otro lado, como casi todo producto salido de la mente del director polaco (naturalizado francés), Repulsión contiene sordidez, desequilibrio, brusquedad, humor negro, alucinación y sangre: elementos que usualmente resultan, cuanto menos, incómodos para el espectador acostumbrado al slasher de los noventa, o bien, no avezado en el (entonces) enigmático universo del señor Polanski. Sí, ver Repulsión es una experiencia ardua, desde el infrecuente plano inaugural, cuando la cámara nos muestra un ojo que casi no parpadea, acercándose con un preciso zoom, en un primer plano eterno que sólo genera incomodidad, deseos de que tal génesis termine de una vez por todas, y se inicie verdaderamente la película.