Columna de opinión en El Espectador.
No celebro ningún muerto
Por:
Yolanda Ruiz
Que me
perdonen los que piden sangre y venganza desde las tribunas, mientras en la
arena se matan jóvenes en una guerra que ellos no inventaron; que me perdonen
pero no celebro ningún muerto, ni ningún bombardeo. Que me perdonen si no pido
más guerra para vengar una matanza.
No creo en ojo por ojo ni en muerto por muerto. Me duelen los militares
acribillados de manera brutal y he llorado escuchando a sus madres y a sus
viudas y me he quedado sin palabras ante un micrófono, sin saber qué decir para
paliar el dolor sin encender más violencia. Me inundó la rabia, se me escapó el
sueño, me indigné, me deprimí.
Y eso mismo me ocurrió con las madres de Soacha, mujeres que enterraron
a sus hijos muertos como falsos positivos en combates que nunca existieron. Me
pregunto si hay diferencia entre unas madres y otras y me pregunto también
quiénes serán las madres que hoy lloran a dos guerrilleros muertos el fin de
semana. No lo sabemos porque esos muertos ni derecho a nombre tienen. Me
pregunto qué diferencia a esas madres y ya me darán explicaciones sobre
legalidad e ilegalidad, instituciones y terrorismo, porque siempre hay
discurso, pero yo las veo a todas como madres “huérfanas” de hijos y, como
también soy madre, sé que nada, absolutamente nada, justifica la muerte de un
hijo. No hay bandera, ni idea, ni heroísmo que justifique perder la vida de uno
de estos muchachos, ni el dolor de tantas madres.
Los muertos de esta guerra son en su mayoría jóvenes, casi niños,
reclutados muchos de ellos de manera ilegal por el fusil o de manera legal por
la pobreza. Son carne de cañón de una guerra sin sentido que se alimenta sola
porque ante cada ataque se incuba más rabia, más dolor, más deseo de venganza.
Y estamos en una trampa absurda por la incapacidad de quienes deben
acabar este conflicto: de un lado la estupidez de una guerrilla que no ha
entendido que esta es (¿o era?) la última oportunidad que daba un país agotado
de la guerra; una guerrilla que no ha descubierto que en sí misma es un enorme
error histórico porque desde hace lustros debió dejar de existir. ¿Nadie les
habrá contado a las Farc que en medio continente la izquierda llegó al poder
por la vía de las urnas? Y del otro lado un gobierno que no ha sabido contarle
a Colombia lo que está en juego en el proceso de paz, ni ha podido liderar al
país hacia la reconciliación. La paz no se logra en La Habana, esa paz es de
Colombia; a ella se llega con respaldo de la gente o sólo se sembrará una nueva
violencia. Y entre Gobierno y guerrilla, sentados en una negociación que se
extiende de manera peligrosa, suena el grito de una derecha que hace política
con los muertos, que no ha entendido tampoco que no se pudo exterminar a la
guerrilla a punta de bala y que no hay salida distinta a la que han tenido la
mayoría de guerras en el mundo: terminar en una mesa con una dosis de justicia
transicional (sí, una dosis de impunidad).
Hoy queremos vengar la muerte de los muchachos del Cauca y es posible
que para hacerlo enterremos a cientos más de lado y lado. ¿Los muertos de
mañana nos devolverán a los de hoy?
Justicia, reparación, verdad y todo lo demás, por supuesto, pero la
salida a la guerra no puede ser más guerra. Es lo que hemos ensayado 60 años y
no nos ha funcionado. Alguien tiene que parar la venganza.
Es el clamor que se escucha desde la Colombia sumida en la guerra cada
vez que nos callamos los que hablamos cómodamente desde las grandes ciudades.
Los que ponen los muertos no quieren más guerra, los que se lucran de ellos
para hacer política o para hacer negocios, debaten si es bueno bombardear o no.
Que me perdonen pero no aplaudo ningún muerto. Me duele el dolor de todas las
viudas y el de todas las madres. No enterremos ni un hijo más.
·
Yolanda Ruiz |
Elespectador.com
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